martes, 26 de enero de 2010

Bruselas, mi regalo de reyes

Un vídeo que Diego me mandó por msn daba paso a mi regalo de reyes... Un viaje a Bruselas, visitando Brujas y Gante. Por supuesto me lo había traído Baltasar, que ya sabemos todos... que es pollón.

Así que este finde nos dirigimos al aeropuerto y rumbo a Bruselas con Ryanair. Una hora de autobús y unas paradas de tren, nos llevaron a la estación de Bruxelles Centralle. Allí Diego sacó un mail, que Marta, nuestra Cicerone (ahora sería cicerona con la ley de Igualdad?) y casera durante este finde, le había enviado. Después de buscar la Galerie de la Reine y el café donde habíamos quedado con ella, a pedir nuestro primer chocolate y un trozo de tarta. Después de un rato hablando de lo humano y lo divino, el camarero nos indicó amablemente, pero con firmeza el precio que debíamos pagar y que despejásemos mesa con las maletas.

Recorrimos la Galerie un par de veces y paramos en la esquina a esperar. 20 minutos después apareció Marta. Después de los saludos y besos... no la veía desde mi cumpleaños, nos dirigimos hacia su casa en bus.

Llegamos y nos quedamos con la boca abierta de la casa tan preciosa que tenía allí. Lo que más me impresionó el baño, más quisiera tener yo uno así en mi casa, o en mi mini-casa de madrid. Asearse un poquito y fuera, nos vamos a cenar y de marcha.

Al día siguiente, nos levantamos y nos vamos a la estación a coger un tren destino Brujas. Un día lluvioso que nos empapó los objetivos de las cámaras pero que nos pareció un bonito paseo por una ciudad de principios del siglo XIX. Vuelta al tren y sin parar en Gante. Noche de marcha de nuevo y vemos que el ambiente por allí puede ser divertido, pero, no tiene nada que ver con el de Madrid.

Vuelta de nuevo a levantarnos, ¿a Gante toca? Pues a Gante vamos. Corriendo para entrar en el museo de la inquisición. Día neblinoso y pesado, con frío, entramos de los últimos en el museo y nos causa mucha más impresión. Salida cuando ya prácticamente nos están echando el cierre y vuelta por Gante... creemos que nos hemos equivocado de camino y vamos hacia la ciudad normal, no hacia el casco antiguo. Después de un rato y ante la incipiente gripe de Marta, decidimos coger un tranvía hacia la estación para volver a Bruselas.

Vamos en el Tranvía mientras Diego dice... a mi esto no me suena... Que si hombre, que antes hemos pasado por un canal, ahora entramos en la estación y fuera...

Que a mi esto no me suena... que si hombre, tenemos que llegar en breves... pasados 5 minutos Diego decide preguntar a un par de chicos que había al lado si ese tranvía llevaba a la estación... Wrong way, nos dicen... y nos bajamos corriendo para cogerlo de vuelta hacia Gante... habíamos cambiado de ciudad, creemos.

Al bajar, en un barrio de clase humilde, nos fijamos a ver donde está la parada enfrentada. ¡Ay mira, ahí está! Marta sigue helada y con mala carilla... me fijo en la misma acera en la que estamos en el edificio señorial con jardín y verja que no pega nada con el estilo del barrio... un cartel... "Hospital psiquiátrico" AHHHHHHHHHH corre, corre, que nos meten en el loquero. Jajaja, qué risa pasamos ahí. Por nuestra equivocación decidimos que esta vez pagábamos el billete del tranvía así que 6 euros se nos fueron en la maquinita. Picamos, y preguntamos a un hombre cuando subimos, que nos dice que el nos guía al tranvía que va a la estación cuando nos bajemos en la última parada.

Después de estas andanzas y de esperar cerca de unos 15 minutos al tranvía que llevaba a la estación llegamos al tren y nos sentamos.

Ayudamos a Marta a terminar de hacer mudanza a su nuevo piso, más pequeño que en el que dormíamos y pero mucho más en el centro y puede ir andando al trabajo. Ella se queda a dormir allí y nosotros vamos al piso antiguo. Dormimos y a la mañana siguiente, hacemos las maletas y nos vamos a dar las llaves a Marta, que tuvimos que acercar a su piso, porque esa maldita gripe estaba empezando a hacer mella en su salud.

Chocolate para la familia. y a la estación de tren que nos llevará hasta el autobús que nos deja 45 minutos después de arrancar, en ese aeropuerto fronterizo del que Ryanair vuela porque sale más baratito.

En el aeropuerto al final volamos con uno de los amigos de Marta que vuelve a España porque se le terminó allí el trabajo y llegamos a Madrid donde teníamos hasta un granaíno que nos llevó en su coche.

Lo mejor del viaje: El buen rollo y lo poco que hubo que esforzarse por llevarnos todos bien... cuando sabes que la gente va de buen rollo, no hay ningún problema.

Lo peor: Qué clima, ni un rato de sol... aunque no hizo demasiado frío.

Una canción: Se acabó de María Jiménez.

Un Lugar: La cafetería en la que desayunamos el primer día esos chocolates copados por el pegote de nata y que nos encantaba.

Un Temor: El que Diego tenía y que no se quitó hasta que llegamos al autobús de vuelta al aeropuerto, de que no nos pillaran sin pagar en casi ningún medio de transporte utilizado.

Ya se lo dije cuando nos despedimos, pero muchas gracias a Marta por ofrecernos su casa y hacer de guía durante ese largo fin de semana.

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